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Deportivos compactos míticos: La época dorada de los pequeños cabroncetes

José Manuel Miana

Imagen de cinco coches hot hatch alineados que son los deportivos compactos míticos. De izquierda a derecha: un Renault azul con detalles amarillos, un Subaru azul oscuro con llantas doradas, un Peugeot negro y rojo con la insignia 'T16S', un Lancia verde y rojo con techo blanco y matrícula 'HS 50', y un Volkswagen Golf blanco con la insignia 'G60'.
JM Miana

Chavales, sentaos que os vamos a contar una historia que os va a dejar con la boca abierta. Hubo una época, allá por los ochenta y noventa, en la que no necesitabas ser el típico ricachón con un Porsche para hacer que los demás conductores se cagaran la pata abajo.

No, señor. Con un compacto del tamaño de un mechero y menos peso que una pluma, podías dar más guerra que el caballo del malo. Era una época en la que el peso era el enemigo y la diversión no se medía en «modos de conducción». Hoy en Miana Motor os traemos un repaso a estas leyendas.

Los deportivos compactos míticos nacieron cuando algún ingeniero, probablemente después de tomarse unas cervezas de más, pensó: «¿Y si metemos un motor con más mala leche que mi suegra en un coche del tamaño de una caja de zapatos?» Y así, señores, nació una de las mejores ideas de la historia del automóvil.

El padre de todos los deportivos compactos míticos: Volkswagen Golf GTI MK1

La imagen muestra un Volkswagen Golf GTI Mk1 negro estacionado al lado de una carretera. El coche tiene un diseño clásico con faros redondos, una franja roja alrededor de la parrilla delantera y una distintiva insignia "GTI". La matrícula dice "ENT 847V".
Motor1

Empecemos por el abuelo, el que empezó todo este circo de los deportivos compactos míticos. El Golf GTI MK1 llegó en 1976 como el típico proyecto secreto que los ingenieros desarrollan a escondidas del jefe. Lo llamaron «Sport Golf» y el resultado fue tan brutalmente bueno que hasta los alemanes, maestros de la sobriedad, fliparon en colores.

¿Qué tenía de especial? Pues imaginad un coche que pesaba menos que vuestro último pedido de Amazon (810 kg), con un motor 1.6 de 110 CV que sonaba como si quisiera comerse el mundo. Los números pueden parecer ridículos hoy en día, pero os recordamos que este bicho hacía el 0 a 100 en 9 segundos cuando la mayoría de coches necesitaban un calendario para medir su aceleración.

El enfant terrible: Peugeot 205 GTI

La imagen muestra un Peugeot 205 GTI negro estacionado frente a un edificio. El coche tiene un diseño distintivo con una franja roja a lo largo del lateral, llantas de aleación y una matrícula delantera que dice "K488 XFX". El logotipo de Peugeot se muestra prominentemente en la parrilla delantera.
Classicsworld.co.uk

Y entonces llegaron los franceses, que cuando quieren hacer algo bien, lo hacen mejor que bien (salvo asediar Zaragoza). El 205 GTI era como ese colega bajito del grupo que siempre acababa metido en peleas… y ganándolas todas.

El 1.9 con 130 CV era una auténtica bestia parda. Tan afilado que si no sabías lo que hacías, acababas mirando al frente por la luneta trasera. Los franceses lo llamaban «la guillotina» por su tendencia a «cortar» las curvas… y a veces algo más. Pero qué narices, eso era parte de su encanto.

davidspropaganda | YouTube

El turbo loco: Renault 5 GT Turbo

La imagen muestra un Renault 5 Turbo rojo, un hatchback de alto rendimiento, conduciendo por una carretera. El coche se destaca por su diseño cuadrado distintivo, carrocería ancha y disposición de motor central, lo que lo diferencia del Renault 5 estándar. La matrícula del coche dice "JH-VZ-86" y tiene una placa amarilla de la Unión Europea con una franja azul en el lado izquierdo que indica que está registrado en los Países Bajos. En el fondo, hay un Range Rover verde con una matrícula "XN-SR-04" también de los Países Bajos.
Alf van Beem | Wikimedia

Si el 205 GTI era el matón del barrio en cuanto a los deportivos compactos míticos, el R5 GT Turbo era su primo el psicópata. Renault cogió un R5 normal, le metió un turbo del tamaño de una sandía y dijo «ahí tenéis, a ver qué hacéis con esto». El resultado fue un coche con 120 CV que pesaba menos que una pluma y tenía más lag que tu conexión a internet en los 90.

Cuando el turbo entraba (allá por el jueves siguiente a cuando pisabas el acelerador), este pequeñajo se convertía en un cohete con ruedas. Era tan radical que incluso los franceses pensaron que se habían pasado tres pueblos, pero como buenos galos, les dio igual y lo vendieron de todas formas.

El niño malo del patio: Renault Clio Williams

La imagen muestra un Renault Clio Williams azul, una versión de alto rendimiento del Renault Clio hatchback. El coche destaca por sus distintivas llantas de aleación doradas y su diseño deportivo. El vehículo está capturado en movimiento, probablemente en una carretera o pista, lo que resalta sus capacidades de rendimiento. La matrícula dice "C10 WLM", que podría ser una placa personalizada relacionada con el nombre del modelo "Williams".
Motor1

¡Qué decir de este pequeño demonio! Si el R5 GT Turbo era un psicópata, el Clio Williams era ese chaval que sacaba dieces en clase y luego se liaba a hostias en el recreo. Renault cogió un Clio normal, le metió un motor 2.0 de 150 CV (una auténtica locura para 1993), lo pintó en ese azul metalizado que quitaba el hipo y le puso unas llantas doradas que eran más bonitas que el día de la paga.

¿Y por qué se llamaba Williams? Pues porque en aquella época Renault estaba arrasando en la F1 con el equipo Williams, y decidieron aprovechar el tirón. Aunque la realidad es que el equipo Williams no tocó ni un tornillo del coche, pero eh, el marketing es el marketing.

Lo más brutal es que pesaba solo 990 kg en orden de marcha. Para que os hagáis una idea, eso es menos que lo que pesa vuestra conciencia después de comeros una tabla de embutidos para vosotros solos. El resultado era un coche que aceleraba de 0 a 100 en 7,8 segundos y que en curvas… madre mía en curvas. Allí con su autoblocante mecánico, era más divertido que una tarde de botellines con los colegas, y por eso está en la lista de deportivos compactos míticos.

Mindundis | YouTube

El samurái rabioso: Honda Civic Type R EK9

La imagen muestra un Honda Civic EK9 Type R plateado, una versión de alto rendimiento del Honda Civic. Este modelo se destaca por su diseño deportivo, que incluye un parachoques delantero con una gran toma de aire, faros distintivos, llantas de aleación blancas con insignias rojas de Honda y un alerón trasero. El coche está estacionado en un espacio interior limpio y bien iluminado, probablemente un showroom o garaje. La imagen también incluye el logotipo y el nombre "Petrol Positive Performance Cars" en la esquina inferior derecha, indicando el concesionario o la empresa asociada con el vehículo.
Petrol Positive Performance Cars

Y entonces llegaron los japoneses y dijeron «sujétame el sake». El primer Type R era como un motor VTEC con ruedas. Un 1.6 que giraba hasta las 8.400 rpm y sonaba como si estuvieras licuando metal. 185 CV en un coche que pesaba poco más que una bicicleta.

Lo mejor es que los ingenieros de Honda debían estar hasta arriba de wasabi cuando lo diseñaron, porque decidieron que el coche solo necesitaba lo básico: ni aire acondicionado, ni ayudas electrónicas, ni hostias. Solo tú, el motor y un diferencial autoblocante para que no te matases en la primera curva. Por eso es uno de nuestros deportivos compactos míticos.

El rally car de calle: Lancia Delta HF Integrale

La imagen muestra un Lancia Delta HF Integrale amarillo estacionado junto a un Citroën 2CV rojo. El Lancia Delta HF Integrale es una versión de alto rendimiento del Delta, conocida por su éxito en las carreras de rally a finales de los años 80 y principios de los 90. El coche presenta un diseño distintivo y cuadrado con un prominente alerón trasero, grandes llantas de aleación y una parrilla delantera con el emblema de Lancia. La matrícula dice "J756 AVO". El Citroën 2CV en el fondo es un coche económico clásico francés, que contrasta con la naturaleza deportiva del Lancia.
Brian Snelson | Wikimedia

Este es el equivalente automovilístico a ese tío que iba a tu gimnasio y que parecía que se había comido a otro tío que iba al gimnasio. El Delta Integrale era básicamente un coche de rally con matrícula. Tracción total, 215 CV en su versión final Evoluzione, y unos pasos de rueda tan anchos que parecía que se había tragado dos Fiat Panda.

Los italianos, que siempre han sido tanto de pasta como de mecánica, se superaron esta vez y crearon una bestia que ganó seis campeonatos mundiales de rally consecutivos. Y lo mejor es que podías comprarte uno para ir a comprar el periódico, si tenías los huevos suficientemente grandes.

El loco de Essex: Ford Escort RS Cosworth

La imagen muestra un Ford Escort Cosworth azul de 1992 estacionado en una zona pavimentada con un entorno de césped. El vehículo presenta un distintivo alerón trasero, llantas de aleación y una matrícula delantera con el número de registro "K456 HHK". Este modelo es notable por su rendimiento y su herencia en el mundo de los rallies, lo que lo convierte en un ejemplo interesante y relevante de los coches deportivos de los años 90.
Manor Park Classics

¿Os acordáis de ese chaval en el instituto que siempre iba pasado de vueltas? Pues Ford cogió ese espíritu y lo metió en un coche. El Ford Escort Cosworth era como si un Focus normal se hubiera metido esteroides hasta por las orejas. Un alerón trasero que parecía una mesa de ping-pong, 227 CV y una tracción total que te permitía salir de las curvas como si te hubieran dado una patada en el culo.

La actualidad: ¿Dónde están los herederos?

Toyota GR Yaris rojo sobre grava.

Hoy en día, los deportivos compactos míticos tienen sucesores dignos: el Golf GTI sigue dando guerra, el Civic Type R actual es una bestia de 330 CV, y tenemos joyas como el Hyundai i30 N o el Toyota GR Yaris. Además, vuelve el R5 Turbo en eléctrico. Pero no es lo mismo, chavales. Los coches actuales son más rápidos, más seguros y más eficientes, pero les falta ese punto de locura, esa sensación de que en cualquier momento la cosa podía irse al garete.

¿Por qué eran tan especiales estos deportivos compactos míticos?

Los deportivos compactos míticos eran especiales porque eran honestos. No pretendían ser otra cosa que lo que eran: coches diseñados para divertirse. No tenían que cumplir mil normativas de emisiones, ni pasar tests de ruido, ni llevar 47 airbags. Eran coches puros y duros, con más personalidad que un pueblo entero.

No eran perfectos. El Escort Cosworth bebía más que un irlandés en San Patricio, el Lancia Delta Integrale corría mucho, pero se estropeaba más, y el R5 GT Turbo tenía más lag que tu primer módem de 56k. Pero precisamente por eso los amamos. Porque eran imperfectos, porque tenían carácter, porque eran auténticos.

Así que la próxima vez que veáis uno de estos deportivos compactos míticos por la calle, hacedle una reverencia. Porque estáis ante uno de los últimos ejemplares de una especie en extinción: coches que fueron diseñados con los huevos, no con Excel.

Lo bueno de estos deportivos compactos míticos es que demuestran que no necesitas un Ferrari para divertirte. Todo lo que necesitas es un coche pequeño con un motor grande y el sentido común en modo vacaciones.

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