
Hay coches que te gustan, coches que te enamoran, y luego está el Ferrari 12 Cilindri, que te provoca el tipo de fantasías que no le contarías ni a tu psicólogo. Maranello nos ha puesto delante el equivalente automovilístico a un desfile de Victoria’s Secret: 830 caballos de pura tentación mecánica que hacen que hasta el más comedido de los conductores empiece a babear como un San Bernardo en una carnicería.
Un motor que hace gemir de placer

¡Ay, ese V12! Si los motores fueran personas, este 6.5 litros sería esa italiana que te susurra al oído mientras te sirve un Aperol Spritz. Atmosférico para los buenos amantes del motor, sin necesidad de turbocompresores ni ayudas híbridas. Aquí todo es natural, como los ingredientes de un buen cocido, pero con resultados más explosivos que una olla exprés mal cerrada.
Los números son pornográficos: 830 CV a 9.250 rpm y 678 Nm de par. La zona roja del cuentarrevoluciones del Ferrari 12 Cilindri está más arriba que las expectativas de tu pareja esta noche, y el sonido… madre mía, el sonido. Es como si Pavarotti hubiera reencarnado en forma de motor y estuviera cantando el «Nessun Dorma» a todo gas.
La mecánica del placer

El bloque del Ferrari 12 Cilindri es una evolución del F140, pero llamarlo evolución es como decir que Torrente es «un pelín descarado». Han rediseñado prácticamente todo:
- Nuevas bielas de titanio más ligeras que las excusas de un adolescente
- Pistones forjados que aguantan más presión que un funcionario el viernes a las 14:55
- Sistema de lubricación seca que mantiene todo más engrasado que el pelo de un reggetonero en 2005
- Árboles de levas con un perfil más agresivo que un inspector de Hacienda en época de declaración
Una transmisión que te hace ver las estrellas

Los cambios de marcha son una experiencia casi religiosa. Cada paso de velocidad es como un acto de amor mecánico perfectamente ejecutado: suave pero contundente, preciso pero apasionado. La caja de doble embrague acaricia cada cambio con la delicadeza de una violinista y la fiereza de una bailarina de flamenco. Y cuando alcanzas las 9.250 rpm y tiras de la leva derecha… madre mía, eso ya no es un cambio de marcha, es un momento de éxtasis mecánico que debería venir con clasificación +18.
La transmisión del Ferrari 12 Cilindri es tan rápida que hace que el tiempo se detenga por un microsegundo en cada cambio. Es como si el universo contuviera la respiración cada vez que decides subir una marcha, solo para exhalar con un rugido que haría sonrojar a Pavarotti.
Las levas del volante son grandes, metálicas y frías al tacto. Como debe ser. Responden al más mínimo roce con un «clic» tan satisfactorio que debería ser ilegal.
Un diseño que provoca miradas indecentes

Flavio Manzoni y su equipo han creado algo que hace que el David de Miguel Ángel parezca un muñeco de Playmobil. Las proporciones del Ferrari 12 Cilindri son más perfectas que Claudia Schiffer en los 90:
Frontal: La tentación hecha metal
- Faros LED más rasgados que los ojos de quien ve la factura del concesionario
- Tomas de aire que aspiran más que un influencer a tener su propia marca de ropa
- Capó con una banda negra que es más sexy que una cena con Monica Bellucci
Lateral: Curvas peligrosas
- Pasos de rueda musculosos como un culturista en la playa
- Línea de cintura más definida que las curvas de Ana de Armas bajando unas escaleras
- Tomas de aire laterales que respiran más hondo que un fumador haciendo deporte
Trasera: El pecado capital
- Cuatro salidas de escape más grandes que las promesas electorales de Pedro Sánchez
- Un difusor más trabajado que el perfil de LinkedIn de un parado de larga duración
- Unas luces LED que brillan más que el futuro que te prometía tu ex
Aerodinámica: el arte de la seducción

La aerodinámica activa es más compleja que explicarle a tu pareja por qué necesitas otro coche y por qué vale lo que un piso en pleno centro de Madrid. Los flaps del Ferrari 12 Cilindri se mueven con más gracia que una bailarina de flamenco:
- A 60 km/h empiezan el baile
- A 120 km/h ya están en pleno éxtasis
- A 200 km/h generan más downforce que el peso de la culpa después de comerte una tarta de chocolate entera
El splitter delantero parte el aire como un samurái con su katana, mientras que el alerón trasero se ajusta más veces de lo que el gobierno cambia de opinión.
Interior: el dormitorio del placer mecánico

El habitáculo del Ferrari 12 Cilindri es puro BDSM automovilístico: te ata con un arnés de competición y te seduce con:
- Una pantalla principal de 15,6″ más clara que las intenciones de una cazafortunas en Puerto Banús
- Un display para el copiloto de 8,8″ (para que también disfrute del espectáculo)
- Cuero más suave que los piropos de un italiano en primavera
- Fibra de carbono por todas partes, como si hubieran saqueado la fábrica de McLaren
Chasis: el arte del contacto íntimo
La plataforma nueva viene con más trucos que un mago en Las Vegas:
- Una dirección a las cuatro ruedas más precisa que un relojero suizo con TOC
- Un control de tracción con más modos que el Kamasutra
- Una suspensión adaptativa que lee el asfalto como una gitana leyendo la mano
- Unos frenos carbocerámicos que te dejan sin aliento como el primer roce de unos labios en un beso inesperado
El precio del pecado
Si tienes que preguntar el precio del Ferrari 12 Cilindri, probablemente no puedas permitírtelo. Digamos que cuesta más que un divorcio en Mónaco con la custodia compartida del yate. Pero ¿qué son unos cuantos millones cuando estamos hablando del último V12 atmosférico que probablemente veremos en un Ferrari?
Conclusión: la última tentación

El Ferrari 12 Cilindri es ese amor prohibido que sabes que te va a arruinar la vida pero aun así no puedes resistirte. Es excesivo, es absurdo, es absolutamente innecesario… y precisamente por eso es perfecto. Es el equivalente automovilístico de pedirle el teléfono a una supermodelo: probablemente acabará mal, pero qué manera más bonita de estrellarse.
¿Que si es práctico? Como llevar tacones en la playa. ¿Que si es ecológico? Como una barbacoa en un bosque seco. ¿Que si lo queremos? Como el agua bendita después de todos los pecados que acabamos de describir.
Y si alguien te pregunta si realmente necesitas un GT con 830 CV que bebe más gasolina que un ejército de Hummers, responde como un verdadero aficionado: «La vida es demasiado corta para conducir coches aburridos». Y si te miran mal, acelera a fondo y que el V12 responda por ti.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.