En el mundillo de los concesionarios de coches usados la palabra “honestidad” a veces suena tan exótica como un Ferrari aparcado en el Mercadona, pero uno no espera que una compra acabe con cristales rotos y un Subaru Outback haciendo de ariete. Pero eso es justo lo que ocurrió en un concesionario Mazda en Sandy, Utah. Una historia tan surrealista como el precio de la gasolina y digna de aparecer en nuestro blog.
El Subaru kamikaze
Todo comenzó como empiezan estas cosas: con un cliente buscando una ganga y llevándose, al parecer, un coche “de segunda mano” con más trucos bajo el capó que El Nissan Skyline de Fast and Furious. El cliente compró un Subaru Outback de tercera generación (2003-2009) y, para su sorpresa (o no), descubrió problemas mecánicos tras sacarlo del concesionario. ¿Su idea de resolverlo? Pedir un reembolso. ¿La respuesta del concesionario? Un rotundo “No”, escudándose en el famoso “tal cual”. Y aquí es donde la cosa se pone interesante.
Indignado como estaba, el cliente soltó una amenaza que a muchos les habría parecido una bravuconada: “Si no me devolvéis el dinero, atravieso las puertas con el coche”. Bueno, pues dicho y hecho. Poco después, el Subaru atravesó la fachada de cristal como si estuviera ensayando para un remake de “A todo gas“, llevándose por delante el mostrador y dejando al personal corriendo como si hubiera sonado la alarma de incendios.
El caos se hace viral
Como todo buen desastre moderno, este también fue captado en vídeo y se convirtió en viral más rápido de lo que tardamos en decir “TikTok”. En las imágenes se ve cómo el Subaru se estrella contra el concesionario mientras los empleados, más asustados que un gato con una aspiradora, buscan refugio. Tras la impactante entrada, el conductor salió del coche gritando insultos. Por suerte, no hubo heridos, pero los daños materiales se valoran en miles de dólares y alguna que otra taquicardia.
La policía no tardó en llegar al lugar y arrestar al conductor, quien ahora enfrenta cargos que incluyen vandalismo y conducción temeraria. Mientras tanto, el concesionario tiene que enfrentarse a la factura de reparación, el trauma de sus empleados y, probablemente, algún que otro cliente que pregunte: “¿Yo también lo puedo devolver así?”
Los turbios entresijos de los “tal cual”
Aquí en Miana Motor somos conscientes de las tácticas deshonestas que, en ocasiones, emplean algunos compraventas. ¿Cuántas veces hemos oído historias de coches vendidos como “joyas” que luego resultan ser más chatarra que un cacharro en el desguace? Los términos como “lo compras tal cual está” a menudo sirven como una forma elegante de decir “allá te las apañes”.
Si bien la reacción del cliente fue desmesurada (y también ilegal), la situación plantea una pregunta importante: ¿hubiera pasado esto si el concesionario hubiera gestionado mejor el problema? La transparencia, la atención al cliente y las garantías claras son cosas que muchas veces brillan por su ausencia en este sector.
Reflexión: ¿Héroe o villano?
Claro, el cliente del Subaru es el malo del cuento aquí, pero ¿y si la historia también tiene un toque de justiciero frustrado? Al final, su “solución” fue un cruce entre un berrinche y una escena de acción. No lo justificamos, pero no podemos evitar pensar en cuántos otros han sentido la misma frustración al darse cuenta de que les han metido un gol por la escuadra con la compra de un coche.
Por otro lado, el concesionario también tiene su parte de culpa. Vender un coche en mal estado y escudarse en excusas legales para evitar hacerse responsable no es precisamente una lección de ética empresarial. Quizás este evento les haga replantearse algunas de sus prácticas… aunque sea por miedo a más Subarus jugando a ser zeros.
Conclusión
El Subaru Outback de Sandy, Utah, ya tiene su lugar en los anales de los concesionarios: el día que un coche usado se convirtió en una herramienta de demolición y un cliente frustrado se hizo famoso, aunque no de la manera más recomendable.
Para los compradores de coches de segunda mano, la moraleja es clara: revisa dos veces, consulta con un mecánico de confianza y, sobre todo, nunca compres sin leer la letra pequeña. Y para los concesionarios: el “lo compras tal cual está” es un bumerán que puede regresar más rápido de lo que piensas.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.