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Carlos Tavares dice adiós: el John Wick de la automoción cuelga el traje

José Manuel Miana

La imagen muestra a Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, durante una presentación o conferencia. Está vestido con un suéter oscuro sobre una camisa blanca y sostiene un micrófono en la mano derecha. Tavares parece estar haciendo un gesto con la mano izquierda, posiblemente enfatizando un punto importante. El fondo es azul, lo que sugiere un entorno corporativo o de evento. Esta imagen es interesante y relevante porque captura a un líder empresarial en un momento de comunicación, destacando su papel en la industria automotriz.
Stellantis

Si algo nos ha enseñado la experiencia es que cuando un tipo metódico, que va siempre de traje y tiene fama de ser implacable dice “me retiro”, las cosas se van a poner interesantes. Carlos Tavares, el ejecutivo que ha estado reventando costes y ejecutando planes de “optimización” con la precisión quirúrgica de un asesino profesional, ha decidido que ya es hora de colgar el traje de CEO de Stellantis. Y no, no ha sido por ninguna venganza personal.

El portugués, que ha estado dando más guerra en Bruselas que un abogado cafeinómano en día de juicio, deja el conglomerado automovilístico en plena batalla contra la electrificación forzosa de la UE. La pregunta del millón no es solo por qué se va, sino qué cojones va a pasar ahora con el mastodonte que ha creado.

El legado del ‘cost killer’: cuando los números importan más que la pasión

La imagen muestra a Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, en una escena de acción al estilo de "John Wick". Tavares está inclinado fuera de la ventana de un coche, sosteniendo y disparando dos pistolas. El fondo muestra una ciudad con múltiples explosiones y coches en movimiento, sugiriendo una persecución a alta velocidad o una secuencia de acción intensa. La imagen es dinámica y dramática, con chispas y fuego que añaden al efecto visual. Esta representación es interesante y relevante ya que combina la figura de un líder empresarial con un escenario de acción cinematográfica, destacando su enfoque agresivo en la reducción de costes.
JM Miana

Carlos Tavares llegó a PSA cuando la marca estaba más muerta que el diesel en California. La resucitó a base de recortes tan precisos que harían llorar a un cirujano plástico. La fusión con FCA para crear Stellantis fue su obra maestra: de repente, tenía bajo su mando un imperio que iba desde el Fiat 500 hasta el Jeep Wrangler, pasando por Peugeot, Citroën, Alfa Romeo y media docena más de marcas que, sobre el papel, deberían haberse llevado como el aceite y el agua.

La realidad post-fusión: cuando el Excel mata la magia

La imagen muestra a una persona de pie en un escenario con dos coches Alfa Romeo en el fondo. En primer plano, hay un reloj grande con el texto "ALFA ROMEO" y "Made in China". Alrededor de la escena, flotan varios gráficos y tablas, sugiriendo un contexto empresarial o financiero. La imagen parece simbolizar la percepción de la disminución de la calidad de los productos de Stellantis debido a las medidas de reducción de costes, como lo indica la etiqueta "Made in China" en el reloj, que puede implicar la externalización o la reducción de los estándares de fabricación. La presencia de los gráficos y tablas podría representar decisiones financieras que impactan la calidad del producto.
JM Miana

¿El resultado? Un conglomerado que funciona con la precisión de un reloj suizo… fabricado en China. Tavares ha conseguido que las cuentas cuadren mejor que el tetris, pero a qué precio. Alfa Romeo compartiendo plataforma con Peugeot es como meter a Pavarotti a cantar reggaeton: puede que venda, pero algo se muere por dentro.

La obsesión por la estandarización ha llevado a situaciones tan surrealistas como ver motores PSA en modelos que cuestan más que un riñón en el mercado negro. Y no, no es que sean malos motores, pero cuando pagas por un premium esperas algo más que un propulsor que también mueve una furgoneta de reparto.

La guerra con Bruselas: cuando David se pone chulo con Goliat

La imagen muestra una escena dramática y surrealista en un entorno urbano. Una figura imponente con traje se encuentra en el centro, mientras que una figura más pequeña con un arco y flecha apunta hacia la figura más grande. La escena es caótica, con coches flotando en el aire y numerosas pancartas de protesta sostenidas por una multitud. La bandera de la Unión Europea se muestra prominentemente en primer plano, y otra bandera de la UE está adherida a uno de los coches flotantes. El fondo presenta un paisaje urbano con edificios altos y un cielo nublado.

Esta imagen es interesante y relevante porque combina elementos de protesta y surrealismo, creando una narrativa visual impactante.
JM Miana

Aquí es donde Carlos Tavares se ha coronado como el azote de los burócratas. Ha estado soltando verdades más gordas que un libro de física cuántica sobre la transición eléctrica. “No podemos electrificar Europa en 2035 sin consecuencias sociales apocalípticas”, dijo una vez. Y aunque suene a speech de villano de Marvel, el tío tiene sus puntos.

Los números no mienten: la infraestructura de recarga es más escasa que un Porsche en un barrio obrero, los precios de los eléctricos siguen por las nubes, y la clase media está más preocupada por llegar a fin de mes que por salvar el planeta. Pero en Bruselas siguen empeñados en su cruzada verde como si tuvieran acciones en Tesla.

El problema de la calidad: cuando el low cost se disfraza de premium

La imagen es una comparación satírica entre la calidad de los coches y la comida rápida. A la izquierda, hay un coche Alfa Romeo blanco con el capó abierto, rodeado de personas con trajes de negocios, y el logotipo de Alfa Romeo se muestra arriba. A la derecha, hay un coche rojo con el capó abierto, también rodeado de personas con trajes de negocios, y el logotipo de McDonald's se muestra arriba. En primer plano, hay una mesa con varios artículos de comida rápida de McDonald's, incluyendo hamburguesas, papas fritas y bebidas, así como piezas de coche como un motor y carne cruda. Las personas en la mesa están vestidas con trajes de negocios y están comiendo la comida rápida. La imagen sugiere humorísticamente una comparación entre la calidad de los coches Alfa Romeo y la comida de McDonald's.
JM Miana

La estrategia de compartir plataformas ha sido como intentar hacer pasar hamburguesa de McDonalds por wagyu: algunos se lo tragan, pero los entendidos notan la diferencia. Los problemas de calidad han sido más constantes que las quejas de un vecino jubilado, especialmente en las marcas premium que esperaban mantener su ADN mientras usaban vísceras prestadas.

El futuro inmediato: la resaca post-Tavares

La imagen muestra a Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, de pie junto a un Jeep Avenger. Tavares está vestido con un traje y tiene una mano apoyada en el capó del coche. El fondo presenta un diseño de cielo estrellado, y hay dos personas más en el fondo, una de las cuales parece estar hablando por un micrófono. El Jeep Avenger se muestra de manera prominente, sugiriendo que se trata de un evento promocional o de presentación del vehículo. Esta imagen es interesante y relevante porque destaca la introducción de un nuevo modelo de coche, lo cual puede ser de interés para los entusiastas del automovilismo y los profesionales de la industria.
Stellantis

El próximo CEO de Stellantis heredará:

  • Una transición eléctrica más complicada que explicarle física cuántica a un gato
  • Marcas premium pidiendo independencia como adolescentes rebeldes
  • Una UE que sigue en su mundo paralelo donde todos conducimos Tesla
  • Sindicatos más cabreados que un vegano en una barbacoa

Las consecuencias para la industria europea


Ahora para esta en que la industria automotriz de la UE se va a la mierda:
La imagen muestra una escena caótica con una figura imponente en el fondo, cuya cara está oculta, aparentemente manipulando o controlando el entorno. La escena está llena de una enorme pila de coches y piezas automotrices formando una estructura imponente. Alrededor de esta pila, hay varias figuras más pequeñas con trajes de negocios, aparentemente reaccionando al caos. El cielo es oscuro y tormentoso, con relámpagos y explosiones que añaden a la sensación de tumulto. Papeles y documentos están esparcidos y volando por el aire, contribuyendo al desorden. La imagen parece simbolizar un evento catastrófico o una crisis en la industria automotriz, posiblemente insinuando un trastorno económico o regulatorio.
JM Miana

La salida de Carlos Tavares es como quitar la última carta de un castillo: nadie sabe si todo se vendrá abajo o si milagrosamente se mantendrá en pie (de momento las acciones se han desplomado). La industria europea está en un momento crítico: entre la invasión china de eléctricos low-cost y la obsesión regulatoria de Bruselas, necesitamos más que nunca voces que digan las cosas claras, aunque sea a hostias.

Conclusión: el fin de una era

La imagen muestra a Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, sonriendo. Está vestido con un traje oscuro y una camisa blanca, y el fondo parece ser una pintura o mural desenfocado con formas y colores indistintos, principalmente en tonos de gris y marrón. La imagen es interesante porque captura a Tavares en un momento de alegría o satisfacción, lo cual puede ser relevante en el contexto de una presentación, entrevista o aparición pública.
Vozpopuli

Carlos Tavares ha sido ese profesor hijo de puta que todos odiábamos pero que, años después, reconocemos que tenía razón en casi todo. Ha conseguido que Stellantis sea rentable cuando media industria está más roja que un Ferrari, y ha mantenido vivas marcas que deberían estar más muertas que los planes de pensiones de los millennials.

Su sucesor heredará un grupo automovilístico que necesita equilibrar calidad, electrificación, rentabilidad e identidad de marca. Todo esto mientras la industria europea juega al Hunger Games contra China, Tesla y su propia obsolescencia programada.

Lo único seguro es que Carlos Tavares no se retira para irse a jugar al golf. Los tipos como él no se jubilan: solo cambian de trinchera. Y mientras tanto, Stellantis tendrá que demostrar si puede sobrevivir sin su particular John Wick al volante.

Porque en esta industria, como en la vida misma, no es cuestión de si vendrán tiempos difíciles, sino de cuánto tardarán en llegar, y sin Carlos Tavares para repartir hostias como panes, la cosa promete ser más entretenida que una temporada de Drive to Survive.

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