Škoda Enyaq RS: ¿qué demonios pinta un RS sin gasolina?

Škoda ha decidido que su familia RS, esa que nos dio coches con mala leche y matrícula para ir al curro, se pase al enchufe. Entera. Sin anestesia. El nuevo Enyaq RS y su versión Coupé no son solo eléctricos: son exclusivamente eléctricos. Y no es que sean lentos ni blandos, cuidado. Con 340 caballos, tracción total y un 0 a 100 en 5,5 segundos, van sobrados de empuje. Pero el problema no es lo que corren. Es lo que ya no suenan, ni huelen, ni se sienten.

Porque a estas alturas, que te planten una sigla RS sin rastro de pistones duele. Como si te trajeran un cochinillo vegano: puede estar bien hecho, tener buena textura y hasta oler apetecible… pero no es cochinillo. Y estos Enyaq RS, aunque rápidos, cómodos y bien equipados, no tienen alma de deportivo. Son un coche eléctrico con zapatillas de correr. Un poco como ver a tu padre con camisetas de TikTok.

Ni rugido ni turbo: silencio en estéreo

Lo primero que salta a la vista (y al oído) es la ausencia total de emoción mecánica. En marcha, el Enyaq RS es un prodigio de silencio y suavidad. Muy bien si vas a buscar a los críos al cole. Fatal si te pone nervioso el sonido de tus propias tripas cuando aceleras. A cambio, han metido dos modos de sonido artificial que salen por los altavoces. Uno se llama “Sport” y el otro “Futurista”. Spoiler: ninguno convence.

La tracción total lo clava en el suelo como una garrapata, y el par instantáneo te pega bien al asiento. Pero todo va tan filtrado y tan pulido que te sientes más pasajero que conductor. En curva va bien, sí, pero el coche te lo da todo tan hecho que no hay esfuerzo, ni riesgo, ni recompensa. Es como un videojuego en modo fácil. Le falta eso que los gasolineros entendemos como “vida”: vibraciones, retardo del turbo, cambio manual, ese punto de imperfección que hace que te enamores de un coche.

Peso de hipopótamo, disfraz de gacela

El Enyaq RS pesa como dos Ibiza del 2000 con el maletero lleno de adoquines: más de 2.200 kilos en orden de marcha. Para disimular, han bajado el chasis 15 mm delante y 10 mm detrás, han afinado la dirección y ofrecen suspensión adaptativa. ¿Funciona? Hombre, no es un kart, pero para el tipo de coche que es, entra en curva con bastante dignidad. El problema es que no transmite nada al volante. Ni siquiera en modo Sport.

Y sí, acelera como un tiro. Pero es velocidad sin emoción. Como ver una peli de acción en mute. En ciudad impresiona, en autopista va fino, pero en una carretera de montaña se siente como llevar un sofá de tres plazas cuesta abajo. Y no es que no lo hayan intentado: el coche está bien afinado, pero el concepto entero va contra la naturaleza RS. Aquí no hay ni rabia, ni ruido, ni revoluciones. Solo kilovatios bien empaquetados.

Equipamiento premium… ¿y el espíritu de garaje?

Škoda ha metido toda la artillería en estos Enyaq RS: luces LED matriciales, masaje en los asientos, pantalla central de 13”, llantas de hasta 21”, asistencias al volante de todas las clases y un montón de pijadas de diseño. Si te gusta configurar un coche como si fuera un móvil nuevo, vas a disfrutar como un enano. Hay hasta dos “ambientes RS”: Lounge y Suite. Uno con alcántara y costuras verdes, otro más sobrio y elegante.

Pero más allá del envoltorio, nos sigue faltando la esencia. Estos coches están pensados para clientes que quieren una experiencia premium sin complicarse la vida, no para quien disfruta manchándose las manos con aceite. Son RS para directivos que corren al gimnasio, no para quemados que se hacen un tramo a las siete de la mañana un domingo. Y eso, viniendo de una marca que nos dio Octavias 2.0 TFSI con escape serio, duele.

Hasta 570 km, carga rápida y truco bidireccional

Lo técnico está más que pulido: batería de 82 kWh brutos (79 útiles), hasta 570 km de autonomía WLTP en el Coupé y carga rápida de hasta 185 kW, con la que pasas del 10 al 80% en 26 minutos. Es lo que toca en 2025. Lo nuevo es que ahora también permite carga bidireccional, para que puedas enchufar la cafetera, el portátil o incluso devolverle corriente a tu casa cuando te dé el apagón.

El modelo Coupé es un poco más eficiente (0,239 de Cx frente al 0,251 del SUV) y gana algo de autonomía, pero ambos comparten la misma plataforma y comportamiento. Lo cual tiene sentido… y también un problema: da igual cuál elijas, el resultado es el mismo electrodoméstico con distinto envoltorio. Y por muy sofisticado que sea el envoltorio, no deja de ser una lavadora cara con ruedas.

¿Es un buen coche? Sí. ¿Es un RS? No.

Sería injusto decir que el Enyaq RS es mal coche. No lo es. Es cómodo, potente, bien construido y cargado de tecnología. De hecho, para un usuario medio que quiera pasarse al eléctrico sin complicaciones y con estilo, puede ser una compra lógica. Pero aquí no hablamos de lógica. Aquí hablamos de emociones, historia y gasolina. Y el apellido RS, en Škoda, siempre fue sinónimo de eso.

En resumen: el Enyaq RS es un gran eléctrico, pero no un gran RS. Le falta alma, carácter y olor a octanos. Si Škoda quiere mantener viva su saga deportiva, va a tener que hacer algo más que pintar de verde y poner llantas grandes. Porque si todo lo que queda del espíritu RS son luces LED y costuras fosforitas, los gasolineros vamos a tener que montar una ONG. Urgente.