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La magistral jugada china: El gigante asiático ha tomado el pelo a Europa con los coches eléctricos

José Manuel Miana

Una caricatura editorial satírica que muestra un tablero de ajedrez gigante. A la izquierda, un dragón chino sonriente vestido con traje de ejecutivo mueve simultáneamente varias piezas que representan coches híbridos y eléctricos. A la derecha, una figura femenina que representa a Europa, con una corona de estrellas de la UE, está atada a un coche eléctrico mientras sostiene un cartel que dice "100% eléctrico". El dragón tiene varios ases escondidos en la manga de su traje. En el fondo, se ven siluetas de fábricas de coches europeas que se van apagando. La expresión del dragón es astuta y calculadora, mientras que la figura europea tiene una expresión de comprensión tardía de que ha caído en una trampa. Colores llamativos y trazos definidos, estilo de caricatura política de periódico.
JM Miana

Queridos lectores de Miana Motor, hoy nos toca hablar de una de las mayores tomaduras de pelo de la historia de la automoción. Y no, no hablamos de cuando Volkswagen nos dijo que sus diésel eran más limpios que el agua bendita. Esto es mucho más gordo, más elaborado y, sobre todo, más inteligente. Vamos a ver cómo China ha ejecutado una jugada maestra digna del mejor Kasparov, mientras Europa hacía el primo como si no hubiera un mañana.

El gancho perfecto: «Mirad qué verdes somos»

Todo empezó hace una década, cuando China empezó a bombardearnos con su compromiso inquebrantable con el coche eléctrico. «¡Somos los salvadores del planeta!», gritaban desde Pekín mientras construían centrales de carbón a ritmo de una por semana. Pero eh, eso no importaba porque tenían coches eléctricos. Y Europa, ay Europa… Como un adolescente intentando impresionar a la chica guapa de clase, se tragó el anzuelo, el sedal y hasta la caña de pescar.

¿Y qué hizo nuestra querida Unión Europea? Pues lo que mejor se le da: regular. Prohibir el motor térmico para 2035, meter etiquetas medioambientales hasta en la sopa, y hacer que nuestros fabricantes se gastaran más pasta en reconvertir fábricas que el presupuesto de la NASA en sus mejores tiempos. Mientras tanto, los chinos se frotaban las manos viendo cómo el plan salía a pedir de boca.

El giro de guión que nadie vio venir (excepto ellos)

Caricatura editorial que muestra una escena dividida. A la izquierda, un ejecutivo chino sonriente está de pie en un lago, sosteniendo un pequeño coche eléctrico verde brillante como señuelo, con enormes torres de refrigeración de centrales térmicas humeantes en el fondo. A la derecha, un político europeo vestido con una chaqueta decorada con las estrellas de la UE muerde ansiosamente el anzuelo, mientras detrás de él varios burócratas escriben frenéticamente regulaciones que vuelan por el aire. El contraste entre la sonrisa astuta del ejecutivo chino y la expresión ansiosa del europeo es notable. Las chimeneas industriales emiten humo negro, mientras papeles de regulaciones y normativas llenan el cielo. La imagen transmite la ironía de China atrayendo a Europa con promesas 'verdes' mientras mantiene su producción industrial contaminante.
JM Miana

Y aquí viene lo bueno, queridos amigos. Cuando ya tenían a Europa metida hasta las cejas en la religión del «todo eléctrico», ¿qué hacen nuestros amigos orientales? Pues dar un giro de 180 grados que ni el mejor piloto de drift. «¡Sorpresa! También hacemos híbridos, y más baratos que un menú del día!»

Los EREV (Extended Range Electric Vehicle) son su nueva carta bajo la manga. Un híbrido que es básicamente un eléctrico con un motor de gasolina que hace de generador. 200 kilómetros de autonomía eléctrica para el día a día y cuando se acaba, tienes tu pequeño generador de gasolina funcionando en su punto óptimo. Ni te enteras de que está ahí, pero te quita todos los problemas del eléctrico puro.

La realidad que duele

Mientras nuestros políticos europeos siguen empeñados en que el futuro es 100% eléctrico (como si fueran accionistas de alguna minera de litio), China ha demostrado que el pragmatismo vence al dogmatismo. Han desarrollado tecnología en todos los frentes mientras nosotros poníamos todos los huevos en la misma cesta.

Y aquí estamos ahora: con una industria europea que ha perdido su ventaja en motores térmicos (donde éramos los putos amos), intentando competir en eléctricos (donde vamos diez años tarde), y viendo cómo los chinos nos adelantan también en híbridos. Es como si Ferrari hubiera decidido dejar de hacer motores V12 para centrarse en patinetes eléctricos, solo para descubrir que los demás siguen haciendo de todo.

Las consecuencias de ser «más listos que nadie»

Ilustración que contrasta la realidad de un parque móvil europeo envejecido y contaminante, con coches remendados al estilo de Cuba, contra el sueño futurista de gobiernos desconectados: ciudades llenas de coches eléctricos relucientes y estaciones de carga ultramodernas. La imagen critica cómo las políticas restrictivas y la falta de alternativas viables están condenando a la clase media a mantener vehículos obsoletos, mientras los políticos ignoran la necesidad de opciones asequibles y una infraestructura de carga funcional.
JM Miana

Los números no mienten: en España, las marcas chinas ya tienen un 5% del mercado, y eso que apenas están empezando. MG (que de británica ya solo tiene el nombre y la banderita en el logo) está vendiendo su ZS como churros. Y esto es solo el principio.

Lo más gracioso (o trágico, según se mire) es que mientras Europa se ha autoimpuesto el objetivo de ser «carbono neutral» para 2050, China sigue construyendo infraestructura para todo tipo de propulsión. Es como si en una partida de póker, nosotros hubiéramos enseñado todas nuestras cartas mientras ellos guardaban ases en la manga.

¿Y ahora qué?

Pues ahora toca ver cómo se desarrolla el último acto de esta obra maestra de la estrategia industrial. Los fabricantes europeos están intentando subirse al carro de los EREV, pero van tarde y mal. Es como intentar aprender a bailar sevillanas el día antes de la Feria de Abril.

Los chinos tienen ventaja en costes, en tecnología y, lo más importante, en flexibilidad. Mientras nosotros nos hemos atado al mástil del barco eléctrico como Ulises para no sucumbir a las sirenas de la combustión, ellos navegan libremente ofreciendo lo que el mercado realmente quiere.

Conclusión: La historia se repite

La imagen muestra una escena dramática y surrealista en un entorno urbano. Una figura imponente con traje se encuentra en el centro, mientras que una figura más pequeña con un arco y flecha apunta hacia la figura más grande. La escena es caótica, con coches flotando en el aire y numerosas pancartas de protesta sostenidas por una multitud. La bandera de la Unión Europea se muestra prominentemente en primer plano, y otra bandera de la UE está adherida a uno de los coches flotantes. El fondo presenta un paisaje urbano con edificios altos y un cielo nublado. Esta imagen es interesante y relevante porque combina elementos de protesta y surrealismo, creando una narrativa visual impactante.
JM Miana

Como decía mi abuelo, «el que no aprende de la historia está condenado a hacer el canelo». Europa ya perdió la batalla de los televisores, los móviles y los paneles solares. Ahora estamos en serio riesgo de perder también la del automóvil, que ha sido uno de nuestros pilares industriales durante más de un siglo.

Y todo porque nuestros políticos prefirieron hacer caso a los gurús del apocalipsis climático en lugar de escuchar a los ingenieros que llevan décadas desarrollando motores cada vez más eficientes. Como diría Jeremy Clarkson: «How hard can it be?» Pues así de duro, amigos. Así de duro.

Y mientras tanto, en algún despacho de Pekín, alguien está sonriendo mientras piensa en cuál será su próxima jugada maestra. Porque esto, queridos lectores, no ha hecho más que empezar.

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