
En 1980, mientras medio mundo bailaba con sintetizadores y otros se peleaban con carburadores, Audi decidió dar un puñetazo sobre la mesa. Su creación, el Audi Ur-Quattro, no era solo un coupé deportivo más. Era el punto de inflexión que cambió la forma en que entendemos el rendimiento en carretera, y sobre todo, en el barro. Este coche no inventó la tracción total, pero la convirtió en religión para los que querían ir rápido con lluvia, nieve o una curva mal asfaltada.
Un Frankenstein con tracción total

La historia comienza con unos ingenieros alemanes haciendo lo que mejor saben: mezclar piezas. Cogieron un Audi 80, le metieron un sistema de tracción total desarrollado para el ejército (sí, como suena), y coronaron el conjunto con un motor turbo de 5 cilindros en línea. El resultado: el primer deportivo de calle con tracción total permanente. Lo llamaron simplemente «Quattro». El nombre Ur-Quattro se usó después, para diferenciarlo de los siguientes Quattro.
Motor con carácter (y con silbido)

El Audi Ur-Quattro montaba un 2.1 litros turbo de cinco cilindros que en 1980 ya entregaba unos 200 CV. No era solo la cifra, era cómo los daba: con ese sonido bronco y metálico, ese silbido del turbo que parecía decirte que no levantaras el pie. Y lo más importante, esa potencia no se perdía en humo de rueda: la tracción quattro la aprovechaba al 100%.
Acelerar en mojado sin que el coche se deshiciera era algo nuevo. Y eso marcó la diferencia.
El arma secreta de Audi en los rallies

Audi sabía lo que tenía entre manos, así que lo metió en competición. En el Mundial de Rallies, el Audi Ur-Quattro fue como un Terminator entre soldados romanos. Mientras los demás iban de lado buscando tracción con sus traseras, el Audi salía disparado como si el barro no existiera. Ganó el campeonato de constructores en 1982 y 1984, y el de pilotos en 1983 con Hannu Mikkola.
Fue tan dominante que obligó a todos los rivales a reinventarse. Si querías ganar, tenías que tener tracción total. Así de claro.
Diseño sin florituras, pero con músculo
No era un coche bonito al estilo italiano, ni pretendía serlo. El Audi Ur-Quattro tenía pinta de lo que era: una bestia funcional con los pasos de rueda ensanchados, alerón sobrio y mirada de faros cuadrados que decían «no me toques los cojones». Más que seducir, imponía respeto. Y lo mejor es que iba igual de rápido que aparentaba.
Tecnología adelantada a su tiempo
Además de su revolucionario sistema quattro, el Audi Ur-Quattro fue pionero en montar tres diferenciales (central bloqueable manualmente) y una construcción que buscaba rigidez sin disparar el peso. Era tecnología de rally, pero puesta en la calle. En los 80, eso era como llevar un Walkman que también hacía café.
El legado: sin él, no hay RS, no hay quattro, no hay mito

El Audi Ur-Quattro no solo marcó a Audi, marcó a toda la industria. Gracias a él, la tracción total dejó de ser exclusiva de Land Rovers y empezó a conquistar los deportivos. Hoy, cualquier RS, cualquier S4, incluso el mismísimo Bugatti Chiron, le deben algo a este coche. Porque fue el primero que demostró que cuatro ruedas motrices podían ser rápidas, divertidas y efectivas.
Y por eso, queridos gasolineros, el Audi Ur-Quattro no es solo un Audi clásico. Es el Audi que lo empezó todo.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.