
Hay coches de carreras, y luego están los mitos. Y dentro de los mitos, hay rarezas tan escasas que uno se pregunta cómo no están en un museo bajo triple alarma láser. Hablamos del Ford GT40 Roadster chasis GT/109, el único descapotable que Ford metió en Le Mans, y que ahora, como quien saca un unicornio al mercado de segunda mano, va a subasta.
Sí, ese GT40. Pero sin techo. Una locura maravillosa que nació en pleno pique entre Henry Ford II y Enzo Ferrari, cuando los yanquis decidieron que si no podían comprar Maranello, al menos les iban a hacer morder el polvo en La Sarthe. Y vaya si lo hicieron… pero no en 1965, precisamente.
El Ford GT40 Roadster: rareza de carreras con historia propia

El Ford GT40 coupe es archiconocido: cuatro victorias consecutivas en Le Mans entre 1966 y 1969, una silueta que quita el hipo, y un V8 que sonaba como el trueno de los dioses. Pero pocos recuerdan que también hubo una versión descapotable. Sólo se construyeron cinco GT40 Roadster en total, de los cuales sólo uno compitió en Le Mans: el chasis GT/109.
Este coche forma parte de una historia que se puede contar a golpe de nombres propios: Carroll Shelby, Guy Ligier, Dean Jeffries o Dana Mecum. Y también de cifras, como los más de 7,6 millones de dólares que alcanzó otro roadster (el GT/108) en Monterey en 2019, sin haber corrido una sola carrera. Así que este GT40 Roadster que corrió en Le Mans 1965 puede romper moldes cuando pase por el martillo.
Le Mans 1965: un batacazo con sabor a preludio

La edición de Le Mans de 1965 fue un momento clave para Ford. El año anterior, en 1964, habían debutado con tres coches. Pero en 1965 tiraron la casa por la ventana e inscribieron seis unidades del GT40. El roadster, por supuesto, era el más ligero del grupo: sólo 1.065 kg.
Al volante del GT/109 iban Maurice Trintignant y Guy Ligier, una pareja francesa de altos vuelos. Trintignant era un veterano curtido en mil batallas, y Ligier acabaría fundando su propio equipo en la Fórmula 1. Lo tenían todo para brillar… excepto fiabilidad.
Porque en 1965, ninguno de los Ford GT40 terminó la carrera. El roadster se retiró tras 11 horas de esfuerzo. Una debacle total que dejó tocado al égo de Ford, pero también encendida la mecha de la venganza. Un año después, en 1966, Ford volvería a Le Mans con el cuchillo entre los dientes… y arrasó.
El ocaso del GT40 Roadster y su nueva vida como joya de colección

Tras su breve pero intensa aventura en Le Mans, el GT/109 fue devuelto a Shelby American para ser reconstruido. Pero nunca volvió a competir. Acabó almacenado primero en las instalaciones de Shelby, y luego en un almacén de Ford en Detroit.
En los años 70 pasó a manos del legendario Dean Jeffries, especialista de cine, constructor de coches personalizados y figura clave en la cultura hot rod americana. Jeffries lo conservó hasta su muerte, y en 2013 lo compró Dana Mecum, fundador de las subastas Mecum, que lo restauró a su configuración original de Le Mans, tal y como corrió en 1965.
Subasta en Indianápolis: un GT40 Roadster con pedigrí

El próximo mes, el Ford GT40 Roadster chasis GT/109 se subastará como parte del lote R643 de Mecum Auctions en Indianápolis. No es cualquier cosa: hablamos de una pieza única con un pedigrí de carreras inigualable, una restauración de primera y una historia que conecta a Ford, Shelby, Le Mans y la cultura del automóvil americana.
Aunque no se ha publicado un precio estimado, el precedente del GT/108 hace pensar que este GT40 podría superar tranquilamente los 8 millones de dólares. Y si hay dos coleccionistas peleones con cartera profunda, quién sabe dónde puede acabar el martillo.
Nuestro veredicto
Este es un capítulo de la historia del automóvil. Representa ese momento donde los americanos decidieron que estaban hartos de besar la lona frente a los europeos y se lanzaron a conquistar Le Mans con V8 y acero.
El Ford GT40 Roadster GT/109 no ganó, no terminó, pero fue pionero. Fue la avanzadilla de un movimiento que cambó el automovilismo para siempre. ¡Y encima sin techo!
Si quieres presumir de tener el único Ford GT40 descapotable que compitió en Le Mans, esta es tu oportunidad. Y si no, al menos puedes contar esta historia en la barra del bar y quedar como un señor.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.