
Los incendios en California nos han dejado muchas imágenes impactantes, pero ninguna tan surrealista como la de una colección de coches de lujo y clásicos aparcada junto a un McDonald’s en Calabasas. Sí, has leído bien: un Mercedes-Benz 300 SL Gullwing (uno de los coches más icónicos de la historia) y otros vehículos de altísimo valor se refugiaron temporalmente en un aparcamiento de un centro comercial. A medida que las llamas se acercaban, los coches fueron desplazados de su zona de confort a una ubicación algo insólita: un aparcamiento público. Pero, ¿es esto pura locura o un acto brillante de supervivencia?
El refugio de los coches
@mizzyinmotion A 300sl is crazy
♬ ominous – insensible
El vídeo que circuló en TikTok mostraba no solo el Gullwing, sino también un Ferrari F430 y un Mercedes 190SL Convertible, entre otros modelos. Este inesperado aparcamiento improvisado fue filmado en un momento en el que las órdenes de evacuación ya se estaban extendiendo por la zona, mientras los incendios forestales avanzaban a una velocidad vertiginosa. Es difícil imaginar una escena más extraña: un parking público al lado de un McDonald’s, con coches que podrían valer millones de euros, resguardados en un espacio que no hace justicia al lujo que representan.
Aunque el vídeo ha dado la vuelta al mundo, lo que realmente ha sorprendido es que la identidad del dueño sigue siendo un misterio. Nadie sabe quién es este entusiasta del motor ni cómo logró mover sus preciadas máquinas de manera tan rápida y eficaz. Lo único claro es que este acto refleja una prioridad incuestionable: salvar los coches.
¿Es esto una jugada de genio o una locura peligrosa?

Cuando pensamos en coches como el 300 SL Gullwing, inmediatamente pensamos en su valor histórico y económico. En subastas, ejemplares bien cuidados pueden superar los 3 millones de euros, pero lo que realmente los convierte en piezas invaluables es su legado: son una pieza de historia del automovilismo. Por lo tanto, no es de extrañar que el dueño de esta colección decidiera mover sus coches a un lugar público, donde podrían estar fuera del alcance de las llamas, aunque esto supusiera un riesgo. Aparcarlos en un sitio abierto y visible, además de alejarse de estructuras inflamables, les proporcionaba una cierta protección, aunque no perfecta. Claro que los coches estaban expuestos a robos o daños, pero, en la mente del propietario, cualquier opción parecía mejor que perderlos en el fuego.
La pregunta que surge es: ¿fue este dueño un genio de la improvisación o simplemente alguien con un exceso de suerte? Ciertamente, la decisión de aparcar vehículos tan exclusivos en un lugar tan público parece arriesgada, pero, en el contexto de una evacuación masiva, parece una jugada razonable. La seguridad que le daba el estar en una zona transitada, con cámaras de vigilancia y la constante presencia de personas que podrían haber intervenido si algo ocurría, debe haber influido. Después de todo, con coches tan valiosos, la exposición pública puede ser un mal menor comparado con la amenaza inmediata de los incendios.
La cuestión del valor emocional y el riesgo

Lo que realmente resalta en esta historia no es tanto el valor de los coches en términos monetarios, sino el valor emocional que tienen para su dueño. Los coches como el Gullwing no son solo vehículos de lujo, son piezas de arte y de historia. Para alguien que los posee, perderlos por un desastre natural debe ser algo absolutamente desgarrador, más allá de la compensación económica que pudieran recibir del seguro. Y esa es probablemente la razón principal detrás de esta maniobra: el deseo de salvar algo que representa décadas de pasión por el automovilismo.
Es cierto que la protección de estas joyas podría haber sido mucho más eficiente si se hubieran tomado medidas de evacuación más sistemáticas, pero en un escenario de emergencia, las decisiones rápidas son cruciales. El aparcamiento, aunque inusual, puede haber sido lo suficientemente seguro para ofrecerles una oportunidad de sobrevivir. Después de todo, los coches aún estaban allí, a salvo por un tiempo, cuando los residentes de la zona comenzaron a evacuar.
¿Genialidad o suerte?

Este vídeo nos deja una gran lección sobre la pasión por los coches y la determinación por salvar lo que realmente importa. La jugada no fue la más convencional, pero ante la adversidad, el dueño demostró un instinto de supervivencia en el mundo del motor que muchos de nosotros entenderíamos perfectamente. Y es que, aunque la seguridad de los coches estaba lejos de estar garantizada, la maniobra parecía la única alternativa viable en el contexto de la crisis. Al final, no siempre es el dinero lo que está en juego, sino el valor emocional de lo que poseemos. ¿Qué opináis? ¿Fue un acto de genio o pura suerte?
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.