
Si algo ha definido a la industria del automóvil no han sido los ingenieros, los diseñadores o los contables, sino las ganas de callarle la boca a alguien. Y si hay un responsable principal de este fenómeno, ese es Enzo Ferrari, un hombre cuya lengua afilada provocó la creación de algunos de los coches más icónicos de la historia. Desde Lamborghini hasta el Ford GT40, pasando por su propia Ferrari, todo empezó porque Enzo no sabía estarse callado.
Cómo Alfa Romeo perdió a Ferrari porque Enzo tenía ego y Ricart tenía corbata

Corría 1939 y Enzo Ferrari ya era un pez gordo en Alfa Romeo, dirigiendo la Scuderia Alfa, cuando su bocaza y su ego descomunal le llevaron a un enfrentamiento con Wifredo Ricart, un ingeniero español con pinta de profesor universitario que había llegado a Alfa para meter orden. Enzo, acostumbrado a mandar sin que nadie le tosiera, vio en Ricart un enemigo. La tensión fue creciendo hasta que Ferrari, en un ataque de soberbia, lanzó el ultimátum: «O él o yo».
Alfa Romeo, con la elegancia de una empresa que sabe que el que más chilla no siempre tiene razón, eligió a Ricart. Ferrari se marchó dando un portazo y de aquel berrinche nació Auto Avio Costruzioni, que poco después se transformaría en Ferrari. Si Enzo hubiese tenido un poco más de mano izquierda, igual nunca habría fundado la marca que hoy lleva su nombre.
Lamborghini: Cuando decirle a un tractorista que se dedique a lo suyo te cuesta una marca entera
Ferruccio Lamborghini era un tipo de éxito. Fabricaba tractores, tenía pasta y le gustaban los coches deportivos. Tanto, que se compró un Ferrari 250 GT. Pero Ferruccio, que además de rico era un manitas, detectó que el embrague del Ferrari era una basura y decidió comentárselo a Enzo. Error.
La respuesta de Ferrari fue de manual: «Un puto fabricante de tractores no tiene nada que decir sobre mis coches». Ferruccio, en vez de agachar la cabeza, pensó: «¿Ah, sí? Pues te vas a cagar». Y así nació Lamborghini Automobili, cuyo primer coche, el 350 GT, era un Ferrari mejorado en todo. La venganza alcanzó su punto máximo con el Miura, que básicamente definió lo que hoy entendemos por superdeportivo. Todo porque Enzo no sabía decir «gracias por el consejo».
Ford GT40: Te ríes de un yankee y te hace perder cuatro Le Mans seguidos
A principios de los 60, Henry Ford II quería comprar Ferrari con la idea de que Ford se dedicase a la competición y Ferrari a los superdeportivos. Todo iba bien hasta que Enzo, en el último momento, dinamitó el trato al darse cuenta de que perdería el control total sobre su equipo de competición. Pero no se limitó a rechazar la oferta, sino que se dedicó a humillar a los negociadores de Ford, dejándolos en ridículo y tachándolos de ignorantes.
El resultado fue el mayor «a que no hay huevos» de la historia del automóvil. Ford invirtió millones en crear un coche que destruyera a Ferrari en Le Mans. En 1966, el GT40 cumplió su misión arrasando con un 1-2-3 en la meta. Y no fue una casualidad: Ford ganó cuatro veces seguidas en Le Mans, dejando a Ferrari mordiendo el polvo hasta que decidió retirarse de la competición. Todo porque Enzo pensó que podía vacilar a Ford sin consecuencias.
Conclusión: Enzo Ferrari, un visionario sin filtro
Si Enzo Ferrari hubiese sido un tipo más diplomático, el mundo del motor sería un lugar mucho más aburrido ahora mismo. Su bocaza no solo dio origen a su propia marca, sino que inspiró a sus enemigos para crear coches legendarios solo para cerrarle la boca. Lamborghini, el Ford GT40 y hasta la misma Ferrari son testimonio de que, en el mundo del automóvil, nada motiva más que un buen pique.
Así que la próxima vez que alguien te diga que las discusiones no llevan a nada, recuérdale que si no fuera por las broncas de Enzo, igual hoy no tendríamos ni Lamborghini ni el GT40. Gracias por ser un bocazas, Commendatore.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.