
¡Atentos, que hoy toca hablar de Bob Maddox! Este hombre, conocido como «Crazy Rocketman», tiene un currículum que haría que hasta el Coyote del Correcaminos se quedara boquiabierto. Entre sus logros: construir el motor de pulsos más grande del mundo y plantarlo en un Jaguar de 1965. Pero eso no es todo; incluso los ingenieros de sonido de Star Wars grabaron sus motores para la película Han Solo: Una historia de Star Wars. Si eso no os da una pista de cómo de ruidoso es el tema, seguid leyendo.
Un taller, mucha chatarra y toneladas de ingenio

Bob Maddox no construye cohetes, aunque su apodo sugiera lo contrario. Lo suyo son los motores a pulsos: tubos metálicos que parecen salidos de una peli de ciencia ficción de los 70. Los hace desde cero en su garaje, con hojas de aluminio, acero inoxidable y hasta cosas compradas en Amazon. Estos motores alcanzan unos infernales 800 ºC, generan un estruendo comparable al de un dragster de Top Fuel y, lo más importante, lo disparan a velocidades tan absurdas como divertidas.
En su propiedad de Oregón hay de todo: desde un bote con motor a pulsos pintado como una rana venenosa, hasta un Jet Ski con dos motores a pulsos para intentar romper un récord de velocidad en el agua. Incluso tiene un ataúd con ruedas propulsado por uno de estos cacharros. ¡Y todo esto sin ningún tipo de formación en ingeniería! Si eso no es amor por los motores, que baje Wile E. Coyote y lo vea.
¿Qué hostias es un motor a pulsos?

Si no habéis oído hablar de estos motores, no os culpamos; no son precisamente convencionales. Funcionan con explosiones rápidas de combustible (propano y gasóleo, en este caso), que crean succión dentro de los tubos y generan empuje. En resumen: fuego por atrás, velocidad por delante. Los motores no tienen piezas móviles, y cuando se encienden no paran hasta que consumen todo el combustible. En palabras de Bob Maddox: «Son instrumentos musicales. Cuanto más grande el tubo, más grave el sonido».
De hobby a imperio digital

Cuando YouTube aún estaba en pañales, Bob Maddox subía vídeos que apenas veía nadie. Durante años trabajó como ebanista para ganarse la vida, mientras vendía sus creaciones de motores a pulsos como si fueran coches de exposición. Pero todo cambió en 2022. Con un iPhone montado en un palo de escoba como selfie stick, empezó a grabarse volando sobre el desierto con sus inventos. Y de repente, boom: el público de YouTube se volvió loco por él. Hoy tiene más de medio millón de suscriptores y ha convertido su pasión en su único trabajo.
El día a día de un genio excéntrico

La vida de Maddox parece sacada de un dibujo animado. Vive con su mujer (de ascendencia nativa americana), seis caballos en miniatura, 17 gatos, tres perros, ocho gallinas y 20 peces koi. Ah, y tienen un típico tepee en el jardín. Su coche diario es una Toyota Tacoma morada con más de 400.000 km. Y cuando arranca el Beast (su go-kart con tres motores a pulsos apilados), todos los presentes sienten como si Dios les diera un puñetazo en el pecho. ¡Así de fuerte suena!
La filosofía de Bob Maddox

En palabras del propio Crazy Rocketman: «Los motores a pulsos no tienen un propósito real. Son ineficientes, hacen mucho ruido y calor… Pero puedo construir uno en cuatro horas que me empuje por el desierto a 130 km/h. Todo tiene sentido, ¿no? ¡No estoy loco!». Para él, estos motores son más arte que ciencia, y su única utilidad es la de traer felicidad. Cuando se lanza por el desierto, Maddox no solo persigue velocidad; persigue la misma alegría que sentía de niño viendo a Wile E. Coyote perseguir al Correcaminos.
En resumen: Bob Maddox es el ejemplo perfecto de cómo la pasión por la automoción puede convertirse en algo más grande, más ruidoso y, sobre todo, mucho más divertido. Quizá nunca atrape al Correcaminos, pero, ¿a quién le importa cuando te lo estás pasando tan bien?
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.