
Mientras algunos equipos de NASCAR tratan a sus pilotos como figuras de porcelana, Joe Gibbs Racing ha decidido que los suyos pueden llenarse de barro sin problemas. Adam Stevens, jefe de equipo de Christopher Bell, tiene claro que dejar que sus pilotos compitan en carreras de tierra es una decisión que les beneficia, aunque implique cierto riesgo.
«Es un piloto de carreras. Para mantenerse en forma, necesita pilotar un coche de carreras», explica Stevens. «Dar vueltas en un simulador no es lo mismo. No le dirías a un golfista profesional que meta los palos en un armario durante tres meses y aparezca en el primer torneo esperando jugar bien». Y razón no le falta.
Bell, que viene de ganar en Atlanta, no ha pasado el invierno rascándose la barriga. Durante la pretemporada, estuvo compitiendo en eventos como el Tulsa Shootout y el Chili Bowl, dos de las citas más prestigiosas del mundo del automovilismo en tierra. Para él, la gasolina es más adictiva que el café, y si no está al volante, está pensando en cómo volver a estarlo.
«Hay cierto riesgo, claro, pero también es una ventaja», dice Stevens. «No solo nos jugamos algo nosotros, también obtenemos beneficios. Estar en forma y disfrutar de lo que haces es clave. No tiene muchos otros pasatiempos: le gusta trabajar en coches, pilotarlos, ver carreras… y eso es lo que quiere hacer. Tener una vía de escape entre carreras es importante».
Y es que Bell es de esos pilotos que no saben estarse quietos. Algunos equipos podrían preferir que sus pilotos pasen la pretemporada en el sofá, viendo repeticiones de sus propias carreras y soñando con la victoria. Pero en Joe Gibbs Racing han optado por un enfoque diferente: mejor que se llenen de barro a que se oxiden. Al final del día, un piloto que sigue compitiendo es un piloto que sigue mejorando.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.