
Dicen que mal de muchos, consuelo de tontos, y vaya si debe ser verdad, porque la noticia de que Honda y Nissan estudian fusionarse (según Nikkei) huele más a pánico que a estrategia. Dos gigantes japoneses, otrora orgullosos creadores de algunos de los mejores coches de la historia, ahora se ven obligados a compartir cama por miedo a la tormenta que se avecina. No nos hace ni pizca de gracia.
La cruda realidad en números
Veamos los números: Honda ha visto caer sus ventas en China un 30,7% y Nissan un 10,5%. ¿La razón? Se han olvidado de lo que eran. Mientras Tesla y los chinos inundan el mercado de coches eléctricos, Honda y Nissan se empeñan en seguirles el juego en vez de plantar cara y hacer lo que mejor saben hacer: coches cojonudos, fiables y con personalidad.
Cuando los coches tenían alma
Esto sí que es memoria histórica: Muchos pensamos en el Skyline R34, pero el Nissan Primera 2.0 16v era un coche que te hacía sonreír cada vez que lo arrancabas. El Honda Civic de los 90 era una máquina perfecta que aguantaba más que el matrimonio de Pepa y Avelino. El Prelude… Ese era de los que te hacían dar un rodeo de vuelta a casa solo por el gustazo de conducir un rato más.
¿Dónde está esa magia ahora? Perdida entre powerpoints sobre electrificación y planes de marketing para convencer a la gente de que necesita un SUV eléctrico idéntico todos los demás.
Esta fusión huele a desesperación por todos lados. Si Honda estuviese fuerte, compraría Nissan y punto, y si Nissan estuviera en forma, mandaría a paseo la oferta. Pero no: van a crear un holding company, que es como decir «vamos a ver cómo juntamos dos empresas que se están hundiendo y rezamos para que floten».
Y luego está Mitsubishi…

Como si la cosa no fuera ya suficientemente complicada, resulta que también quieren meter a Mitsubishi en el asunto. Sí, la misma Mitsubishi que pasó de darnos joyas como el Mitsubishi Lancer Evolution y el 3000GT VR-4 a ser la sombra de lo que fue en el grupo Renault-Nissan. La marca que convirtió el Mitsubishi Eclipse de coupé deportivo en… un SUV (todavía nos duele escribir esto).
Y hablando del rey de Roma… El último Mitsubishi Colt es la prueba viviente de hasta dónde ha caído la marca: es un Renault Clio con el logo de los tres diamantes pegado a toda prisa. Sí, habéis leído bien: la marca que nos dio el Lancer Evolution ahora se dedica a rebautizar Clios, que si fuere el nuevo R5 Turbo, todavía. Es como ver a Muhammad Ali vendiendo batidos de proteínas en el gimnasio del barrio – que sí, que sigue siendo boxeo, pero no es exactamente lo mismo.
Lo más triste es que el Colt original era un coche con personalidad propia y ahora es otro ejemplo más de cómo las sinergias y las economías de escala están matando la identidad de marcas históricas. Y con esta fusión a tres bandas, nos tememos que veremos más ‘primos hermanos’ de este tipo.
Meter a Mitsubishi en la ecuación es como añadir otro enfermo a la UVI: puede que compartan habitación, pero eso no los va a curar más rápido. Y no es que Mitsubishi sea una marca cualquiera – cualquiera que haya conducido un Evo sabe que esta gente hacía auténtica magia con cuatro ruedas – pero lleva años siendo el saco de boxeo del grupo Renault-Nissan.
La combinación de las tres marcas sumaría unos 8 millones de vehículos anuales, lo que los convertiría en el tercer grupo automovilístico más grande del mundo. Pero el tamaño no lo es todo, y juntar tres empresas que han perdido su esencia no va a hacer que mágicamente la recuperen.
El verdadero problema
El quid de la cuestión no es la fusión en sí, sino la tozudez de seguir unas regulaciones que parecen escritas por alguien que nunca ha tenido que comprarse un coche con su dinero. En vez de plantar cara y decir «oye, que el mundo necesita coches asequibles y prácticos», se han plegado como un acordeón ante la presión regulatoria de organismos como la UE.
La solución que nadie quiere ver
¿Hay algún decisor de Nissan y Honda por aquí? ¿Queréis salvar Honda y Nissan? Aquí va la receta:
- Volved a hacer coches para la gente real
- Recuperad la mecánica brillante que os hizo grandes
- Hibridación suave donde haga falta, pero sin volverse locos
- Plantad cara a los reguladores con datos reales
- Dejad de perseguir a Tesla, que ese tren ya pasó
Perspectivas bursátiles (Cuñadeando)

Aviso: Esto no es consejo financiero. Si perdéis pasta, no nos llaméis.
A corto plazo (3-6 meses): El subidón especulativo inicial (ya vemos +24% en Nissan) seguido de una hostia cuando la realidad golpee más duro que la declaración de la renta (-15-20%) cuando:
- Se conozcan los detalles reales de la fusión
- El mercado evalúe los costes de reestructuración
- Se materialicen las primeras dificultades de integración
A medio plazo (1-2 años): Volatilidad y tendencia bajista (-25-30%) cuando empiecen los problemas de integración y los costes ocultos, como por ejemplo:
- Costes de integración más altos de lo esperado
- Pérdida de cuota de mercado mientras se reorganizan
- Posible fuga de talento clave
- Dudas sobre la ejecución de la estrategia EV
A largo plazo (3-5 años): Si no cambian el rumbo, preparaos para un -40-50%. Y no, no es que seamos agoreros, es que hemos visto esta película antes con Stellantis, y es que:
- La pérdida de identidad de marca reducirá la lealtad de los clientes
- La dificultad para competir en EVs contra Tesla/China será altísima
- Es probable una pérdida de eficiencia operativa
- Puede darse una reducción de márgenes por presión competitiva (China tiene ventaja en suministros)
Conclusión

Honda y Nissan (y puede que Mitsubishi) tienen dos opciones: o vuelven a sus raíces y hacen los coches que la gente quiere y puede permitirse, o se convertirán en otro conglomerado sin alma que produce electrodomóviles para cumplir con una regulaciones escritas por una horda de burócratas que sufren la misma falta de ideas realistas como de pasión por la conducción.
Y mientras tanto, aquí estamos, viendo cómo dos de nuestras marcas favoritas se dirigen hacia el precipicio cogidas de la mano en esta fusión de marcas. Como diría mi abuela: «Dios los cría y ellos se juntan». Solo que en este caso, más que juntarse por amor, se juntan por puro pánico.
Por supuesto, esperamos que la realidad sea distinta y nos de en todos los morros. Sería estupendo.
Nota final: Si alguien de Honda o Nissan está leyendo esto, por favor, recordad por qué os queríamos. No era por vuestros SUVs eléctricos, era por hacer coches que nos hacían sonreír cada vez que girábamos la llave.
¿Qué opináis vosotros? ¿Creéis que esta fusión salvará a estas marcas o es el principio del fin? Dejadnos vuestros comentarios abajo.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.