Hay coches que se compran con el corazón y otros que simplemente se viven. El Corvette C8 Stingray Cabrio entra en esas dos categorías y nos recuerda por qué nos gustan los coches de verdad.
Por eso, este artículo trata de cómo disfrutar de uno mediante GT Rentals, una empresa especializada en el alquiler de cohetes de cuatro ruedas que te facilita el conectar con una máquina como esta. Reservar y listo. Lo demás es cuestión de elegir fecha y carretera.
¿Pero qué hace especial al Chevrolet Corvette C8 Cabrio?
El C8 es el primer Corvette con el motor colocado donde debía estar hace años: en medio. Es un cambio que transformó su equilibrio y su forma de entrar en las curvas, porque ya no depende del morro, sino de un reparto más sensato que da confianza incluso a quien no es un piloto de fin de semana. Un motor que, por cierto, “copiaron” vilmente del Ferrari 458 Italia, por lo que, sí, te hará estrenar ropa interior en los acelerones.
El motor está bien, pero además el coche transmite una mezcla rara entre músculo americano y precisión europea. Es un Ferrari a la Detroit. No es un coche que se limite a correr recto como muchos americanos. Este te deja sentir el coche en la espalda, te pide darle gas con decisión y no te castiga si entras un poco más caliente de lo ideal porque el chasis acompaña bastante más de lo que su fama aparenta.
Luego está el techo rígido, que se pliega sin comerse el maletero. Puede parecer una tontería, pero no lo es porque un descapotable que no obliga a jugar al Tetris con el equipaje ya va por delante de la mayoría. Abres, cierras, te despreocupas y sigues. Eso es oro puro para quedar bien ese día especial.
Como guinda, la ventanilla trasera independiente hace que puedas regular el aire y el sonido sin abrir del todo. Puede parecer un detalle menor, pero cuando llevas media hora disfrutando del V8 agradecerás no ir con la cabeza como un tambor.
El servicio de entrega a domicilio cambia completamente la experiencia
No es lo mismo ponerte a conducir que perder media mañana yendo a recoger un coche. Cuando te lo traen donde estás, ya sea el hotel, el aeropuerto, tu finca, una casa rural o lo que sea, la experiencia mejora incluso antes de arrancar. No tienes que improvisar taxis, ni aparecer en polígonos desconocidos, ni cuadrar horarios imposibles.
El segundo punto a favor es que la entrega suele ser muy clara: revisión rápida del coche, explicación de dos o tres cosas importantes y la firma. Nada de discursos eternos sobre asistencias ni charlas de vendedor motivado. Estos te dicen lo justo para que disfrutes sin sustos, y eso se agradece cuando tienes un V8 a medio metro de la espalda.
Si tu plan es regalar una experiencia, preparar una escapada especial, o simplemente darte un homenaje, la entrega personalizada es un puntazo que te permite dejar este bólido aparcado delante de casa para que todos alucinen.
Eso sí, si la entrega es a cientos de kilómetros, puede llevar un suplemento que se aclara al reservar para evitar desacuerdos. Ah, en temporada alta estos coches vuelan, así que si vas a reservar, hazlo con margen de tiempo o te quedarás a dos velas.
Las condiciones antes de ponerte al volante
Lo primero es tener permiso de conducir en vigor y una edad mínima que suele rondar los 25 años. No hay más misterio. Es un superdeportivo y no se lo van a dejar a un chaval con las hormonas a mil y el cerebro de un reptil. Lo segundo es una fianza que va y vuelve si devuelves el coche como toca, entero. No es un impuesto encubierto, es una garantía de que no harás el cafre.
Luego está el tema del seguro. El básico suele tener franquicia, y si quieres evitar sustos puedes reducirla pagando un extra. Es la típica decisión que depende más de tu tranquilidad que del coche en sí, pero te conviene saberlo antes de dar por hecho que todo es ilimitado y gratuito. Mi consejo: Paga ese extra.
Los kilómetros incluidos son otro punto importante: pregunta cuántos entran, porque una ruta larga puede chuparse el cupo sin que te des cuenta. Revisa también las prohibiciones típicas: nada de caminos de tierra, nada de circuitos y nada de hacerte el héroe en zonas sin cobertura, porque ahí no hay letra pequeña que te salve.
Para quedarte realmente tranquilo, haz fotos al recibir el coche y al devolverlo. Tardarás un minuto y te ahorrarás discusiones sobre ralladuras que igual llevan meses ahí. Es el consejo más simple y el que más problemas te evitará.
Cómo disfrutar de verdad del Corvette C8 Cabrio sin dar pena ni romper nada
Lo primero: no hace falta pisarle a fondo para disfrutar. El coche ya transmite energía desde una velocidad baja. Lo que marca la diferencia es cómo colocas el coche antes de acelerar: si entras bien, saldrás mejor, y el V8 te lo hará notar. Si entras mal, no pasa nada grave, pero te tocará corregir.
La experiencia se multiplica a cielo abierto a base de más sonido, más sensaciónes y más concentración. Eso sí, lleva la ventanilla trasera en la posición correcta si no quieres que el copiloto te odie por generar turbulencias que parecen bofetadas de viento (lo digo en serio, pican). Es un truco simple, pero convierte un viaje bonito en un viaje perfecto.
El consumo, obviamente, no es el de un diésel de flotilla, pero si estás alquilando esto ya deberías asumir que o tienes dinero ahorrado o no te importa comer arroz hervido tres meses. Sí, vas a gastar más de lo que admite tu parte racional, pero menos de lo que imaginas si conduces con criterio. Aun así, nunca, jamás, devuelvas el coche sin respetar la política de combustible, porque es de mal gusto y da una mala imagen.
Para rematar, devuélvelo limpio o al menos presentable. Nadie dice que lo laves a mano mientras lloras de nostalgia, pero entregar un coche lleno de polvo y restos de bocadillo es de paquetes. Y si alquilas este Corvette es porque eres una persona con clase.
Jose Manuel Miana es un culo inquieto amante del motor. Su filosofía es que nada es perfecto. Cuando no habla de coches, está aprendiendo sobre negocios y marketing.